Sexo Medieval

Ana E. Ortega Baún

Machismo (medieval) de ida y vuelta

El machismo golpea a todos, incluido a los hombres y desde hace mucho. Ser hombre en la Castilla de la Edad Media estaba muy bien, aunque no siempre. La sociedad dictaba una masculinidad que era más que problemática. Machismo de ida y de vuelta, pues no sólo hace daño a las mujeres sino también a los hombres.

 

Hace un par de semanas la tranquilidad veraniega, propia del mes de agosto, fue rota por una violación en la ciudad de Málaga. Muy probablemente la falta de noticias propició que del hecho se hicieran eco muchos medios de comunicación; eso y que parecía que se trataba de una violación en grupo y, para mayor oprobio de la supuesta víctima, grabada con un móvil. Las declaraciones del alcalde de Málaga sólo sirvieron para caldear el ambiente, pues en julio habían transcendido a la prensa unas recomendaciones del Ministerio de Interior para la prevención de la violación que rezuman machismo por todos los lados. Mientras los artículos de opinión y las redes sociales ardían, la denuncia de violación fue desestimada y el caso archivado por las imágenes grabadas con el móvil y la declaración de diversos testigos. Y luego vinieron las declaraciones del alcalde de Valladolid. Fue en ese momento cuando el caso se convirtió en una lucha entre géneros: las mujeres apoyaban a la víctima femenina mientras que los hombres hacían lo propio con las masculinas. Fueras a donde fueras, hablaras con quien hablaras, los géneros aparecían divididos, como en el caso de O.J. Simpson pero con machismo en vez de racismo. El machismo no es una lucha de hombres contra mujeres, es bastante más complejo.

 

El machismo es una ideología que crea un mundo donde los hombres hacen y deshacen para su provecho, lo cual determina enormemente las creencias, actitudes y comportamientos con respecto a las mujeres, dejándolas en una posición de debilidad. En la sociedad patriarcal la mujer es el otro por antonomasia, el poseedor de todos los defectos y quien siempre tiene la culpa. Putas y malas. Hasta aquí nada nuevo bajo el sol. El éxito de la ideología machista es que benefician al 50% de la población… más o menos. Vámonos a nuestra, no tan alejada, Edad Media.

 

No sorprenderé a nadie si digo que muchas mujeres son o pueden llegar a utilizar argumentos machistas. Todos compartimos una misma cultura y, por tanto, unas mismas actitudes heredadas ante ciertos comportamientos, indiferentemente de nuestro género y que pueden ser ejercidas inconscientemente o conscientemente. Pero el machismo golpea a todos, incluido a los hombres y desde hace mucho. Ser hombre en la Castilla medieval estaba muy bien, aunque no siempre. La sociedad dictaba una masculinidad que era más que problemática. Como hombres que se preciaran debían ser muy sexuales, aprovechar todas las ocasiones posibles para mantener relaciones sexuales con el mayor número de mujeres. Mientras, las mujeres debían ser vírgenes, fieles casadas o asexuadas viudas, una norma que los hombres de la familia se encargaban de guardar. La contradicción es clara, no hay mujeres para tanto hombre activo aunque exista la prostitución, básicamente porque los hombres no quieren. Así pues, nos encontramos a muchos jóvenes que se sirven del acoso sexual, de la violación, del adulterio, de las mentiras y de las falsas promesas de matrimonio para tener la vida sexual que se les exige. Esta masculinidad acababa con muchos hombres ante el juez. La violación homosexual masculina no está contemplada, y en el caso de que ocurra es más que probable que ningún hombre decida exponerse de ese modo ante los demás, ante el qué dirán. En esta sociedad no se habla nunca la virginidad masculina, es más, parece no existir. Que se sepa que un hombre es virgen no es sólo una rareza sino hasta sospechoso de algo mucho peor para la masculinidad, la impotencia, y un hombre impotente y casado sólo puede ser una cosa en este imaginario medieval: cornudo. La falta de virilidad masculina es la raíz de todos los insultos sexuales que en el Medievo castellano se pueden decir a un hombre.


Todo hombre que se precie no solo ha de tener el pene erecto, sino evitar que su mujer le sea infiel. En este caso las leyes se ceban con él si decide mirar a otro lado: los maridos consentidores han de ser juzgados. Y si decide perdonar a su mujer su infidelidad, la ley castiga a quién lo llame cornudo pero no al notario que, al redactar la carta en la que perdona oficialmente a su compañera, dibuja unos cuernos. Mas no obstante puede ocurrir que, aunque quiera, no pueda denunciar la infidelidad. Si el amante de ella es un hombre de jerarquía social superior, por ejemplo un noble o el mismísimo rey, sólo queda esperar ser compensados por la infidelidad, aunque es probable que sus enemigos no tarden en aprovechar la situación para llamarle cornudo. Y es que la sociedad medieval distingue entre géneros, pero mucho más entre clases. El machismo no es el rey.

 

Machismo de ida y de vuelta, pues no sólo hace daño a las mujeres sino también a los hombres con una forma de ejercer la masculinidad que los encierra y los crea problemas hacia con los demás y hacia consigo mismos. De todos nosotros es el problema ya que se trata de un elemento inserto en nuestra cultura. Yo me he servido del ejemplo medieval, pero el actual no es menos pérfido. Para que luego digan de la oscura Edad Media.

© Sexomedieval 2014

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