Sexo Medieval

Ana E. Ortega Baún

Sexo en la catedral de Santiago ¿y?

Desde que el 18 de febrero el ladrón del Códice Calixtinus presentase ante el juez instructor del caso 15 folios plagados de lujuria y avaricia clerical, he estado esperando a que una filtración a la prensa me diese más detalles de lo ocurrido. Que las personas que habitan la catedral de Santiago fuesen seres sexuales no me sorprende, tal vez porque éste no es el primer escándalo sexual de la Historia en el que una comunidad religiosa se ve implicada. Y es que al final, la declaración  del ex electricista de la catedral podría haber sido formulada en la Edad Media.

 

Manuel Fernández Castiñeiras habla en esos 15 folios (y cito por la noticia de El País del 26-2-2013 por Silvia R. Pontevedra) «de preservativos usados en un convento compostelano; de pisos para curas, perfectamente localizados, reconvertidos en picaderos; de canónigos que se habían jurado odio eterno, rivales en su intento de llevarse a la cama a un joven que fue expulsado del seminario por su “declarada” homosexualidad. También de chantaje a cambio de sexo dentro del cabildo; y de amor entre un relevante religioso y un hombre al que acogió en su casa siendo menor. De tocamientos y acoso a algún trabajador heterosexual por parte de dos canónigos, y de caricias en el pene a los seminaristas, mientras dormían, en las noches de verano». Resumiendo: sexo en un convento, picaderos, chantaje a cambio de sexo, homosexualidad y acoso. Como ya dije, nada que no haya leído en documentación medieval, aunque nunca he visto tantas acusaciones de índole sexual juntas en una declaración de un único testigo. Tal vez las acusaciones más sorprendentes sean las que tienen un matiz homosexual, pero tampoco esto es nuevo. Si la memoria no me falla, a finales del siglo XII un obispo gallego fue acusado por unos siervos de exactamente lo mismo. Además, estos testimonios no son exclusivos de la Península Ibérica. Aparecen también en visitas a monasterios franceses del XIII, donde algunos monjes imputan a ciertos compañeros prácticas homosexuales. Y es que el odio siempre ha viajado en forma de acusación difamatoria motivado por la venganza. Y cuanto mayor es el odio más grave es la actividad sexual imputada. Por eso la homosexualidad aparecía en esas acusaciones medievales, por eso sigue apareciendo en pleno siglo XXI pero sólo en el ámbito eclesiástico. En la Edad Media tal acusación era el segundo pecado sexual más grave (el primero era la zoofilia) y hoy siguen siéndolo. Además era también un gravísimo delito penado con la muerte, algo de lo que eran plenamente conscientes las gentes del Medievo. Hoy esto último ya no es así, pero viendo los esfuerzos que la Iglesia hace para que la homosexualidad no sea entendida por los creyentes como una orientación sexual más, no es raro que esta aparezca en la declaración del ex electricista: sus propios miembros, quienes han de dar ejemplo a la sociedad, no siguen las normas dictadas.

 


Peter Linehan trata en su obra Las Dueñas de Zamora: secretos, estupro y poderes en la Iglesia española del siglo XIII de cómo un escándalo sexual acabó con la carrera del maestro general de la orden dominica, años después de que acaeciesen los supuestos hechos. También refleja los diferentes intereses que llevaron a que el escándalo saliera a la luz doce años más tarde. Pero ¿qué ocurrió supuestamente en el convento de Santa María de las Dueñas? A grandes rasgos, la mitad de las monjas del convento mantenían relaciones sexuales con los dominicos de Zamora, los cuales entraban y salían del cenobio con total libertad. Entre ellos estaba el futuro maestro general de la orden. Sexo en el dormitorio común o en la entrada del convento, intercambio de regalos mediante alcahuetas, persecuciones por los pasillos, escapadas del monasterio, tocamientos en plena calle y relaciones incestuosas. Todo esto fue lo que relataron las monjas que no huyeron del monasterio. Todo esto fue lo que contaron las hermanas que nunca se mezclaron con los dominicos y que nunca desearon pasarse de la supervisión del obispo a la de los hermanos predicadores salvo una, que dijo no haber visto ni oído nada fuera de lo normal. Y todo esto es lo que sabemos, porque las monjas huidas nunca prestaron declaración ante el obispo.

 
Sexo en la catedral ¿y? Esto yo ya lo he leído en papeles de hace más de 500 años; las acusaciones son tan viejas como la moral sexual. La historia medieval de las Dueñas de Zamora tiene muchos paralelismos con la actual de la catedral de Santiago. Sólo se conoce una versión de los hechos sustraída de unas declaraciones que, ayer como hoy, pudieron ser fruto del odio y la difamación. Y es que tanto en el siglo XIII como en el XXI el sexo, por encima de la avaricia o de la desobediencia, es el mayor elemento que resulta lo suficientemente escandaloso para que un asunto eclesiástico trascienda con notable éxito a la opinión pública y, así, se logren los objetivos establecidos: la venganza. Bienvenidos, de nuevo, a la Edad Media.

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