La Católica y el sexo
No me prodigo mucho en ver la tele en horario prime time, pero en ocasiones lo hago. Así que hace unas cuantas semanas estuve viendo Isabel, la serie sobre Isabel I de Castilla, por todos conocida por el título de reina Católica, título otorgado por el Papa en 1496 (por cierto, los franceses se ganaron el de Reyes Cristianísimos).
La ambientación histórica deja mucho que desear, por todos los lados, algo que no es ninguna novedad en la ficción histórica española tras Hispania y Toledo. No obstante, el capítulo que yo vi fue el de la boda. La verdad es que me quedé viéndolo porque quería saber si en la serie harían lo mismo que relatan algunas crónicas: exponer en la calle la sábana donde quedaba constatada que Isabel había llegado virgen al matrimonio, acallando así cualquier rumor, consolidando su honra y afirmando que sus hijos serían de Fernando de Aragón. Pero no ocurrió. Menudo chasco. Aun así, el asesor histórico me dejó una perla que comentar aquí.
Muchas escenas antes de la boda (capítulo 9), Isabel afirma que en materia sexual, lo tiene todo controlado, pues eso de complacer sexualmente a Fernando cuando estén casados dependerá del día:
«Durante la Cuaresma y el Adviento no se debe complacer al marido, ni en las otras fiestas de guardar ni en las vigilias. Ni lo lunes en honor a los santos difuntos, ni los jueves en memoria de la última cena, ni los viernes en recuerdo de la crucifixión, ni lo sábados en honor a la santísima Virgen, ni los domingos tampoco, en recuerdo de la resurrección de Jesucristo -¿Y los martes y miércoles?- Sólo si no caen entre Pascua y Pentecostés. Ni cuarenta días después de Navidad, ni tres días antes de recibir sacramento.»
Pues sí, razón no le faltaba a La Católica… si hubiera vivido en el siglo X y se dedicase a leer penitenciales. No obstante he de romper una lanza por el asesor histórico, pues aunque ha cometido una imprecisión al menos no se lo ha inventado. Sí es cierto que durante los siglos VIII al XI la moral sexual más extrema sólo permitía mantener relaciones sexuales a los casados dos días a la semana, siempre y cuando no fuera Cuaresma, Navidad, Adviento, víspera de fiesta… Los más laxos permitían algún día más. Esta información está sacada de una de las obras más importantes de la Historia de la Sexualidad y que, como no, no está traducida al castellano: Un temps pour embrassier, de Jean-Louis Flandrin. Quien quiera recrearse un poco más, puede consultar las tablas que creó el autor para discernir cuánto tiempo tardaría una mujer del año 1000 en quedarse embarazada con este régimen sexual extremo. Pero del año 1000 al 1469 todo puede cambiar, incluido la moral sexual. Si leemos diversos confesionales de finales del siglo XV podemos constatar cómo se ha olvidado ese régimen sexual al que hace referencia Isabel I de Castilla. Es más, se ha olvidado hace mucho tiempo. Sí es verdad que se pide a las parejas que respeten los domingos, los días de fiesta, de ayuno y sobre todo la cuaresma, pero nada que ver con lo que se menciona en la serie. Además, ahora lo más importante en la moral sexual no es respetar unos tiempos sagrados o prohibidos, sino la intención: las relaciones sexuales dentro del matrimonio se disculpan siempre y cuando su finalidad sea exclusivamente reproductiva. Así pues la Isabel histórica se preocuparía menos por el cuándo y más por el por qué y el cómo.
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