Sexo Medieval

Ana E. Ortega Baún

Obscenidades y realidades medievales

Año 1541. Corral de Almaguer, al este de la actual provincia de Toledo. Tres amigas adolescentes van por un camino cantando, dándoles igual que un vecino del pueblo, que también va por el mismo camino, las escuche. El destino hará que este pequeño hecho, que nada tiene de raro, sea relatado un año después por el vecino ante los jueces. Con su testimonio se pretendía afianzar la idea de que una de esas chicas,  la hija de los Bonolla, no tenía nada de «doncella honesta y virgen«: que se escapaba por las noches de casa de sus padres a hurtadillas, que la habían visto salir corriendo de dentro de una carreta en la que, probablemente, estaba retozando con un joven. Entonces, y volviendo a esa tarde de 1541 por los caminos de Corral de Almaguer ¿qué era lo que cantaban esas tres adolescentes?  «Yo tras después que no jodo, áspero tengo el coño; después que no jodo a pierna tendida, áspero tengo el coño como una ortiga». ¿¿Qué?? Cuando lo leí no sabía si comenzar a reír o ponerme a pensar. Decidí hacer lo segundo, pues me encontraba en un archivo llevo de gente (saludos a l@s chic@s del AHN!).

 
Que siempre hayan existido canciones obscenas no es algo que sorprenda, pues siempre ha habido unas normas de buen gusto que saltarse y desafiar. Que las protagonistas sean unas adolescentes ya no me extraña después de todo lo que le leído, y me hace replantearme que más bien hemos cambiado poco, para sorpresa nuestra. Lo insólito y lo sorprendente de la canción no es su impudicia, sino que desde el punto de vista médico no estaban diciendo ninguna barbaridad.

 
En la Edad Media muchos manuales de anatomía afirmaban que, para que el semen masculino llegase al útero, la naturaleza había dotado a la vagina de unas pequeñas rugosidades que permitían que la semilla masculina no resbalase hacia el exterior. Pero estas rugosidades podían desaparecer si la mujer era sexualmente muy activa. De esta teoría anatómica nace la idea de que las prostitutas no se quedaban embarazadas porque, con el uso, su vagina había quedando lisa (para más información sobre esta sorprendente capacidad de las prostitutas medievales podeis ver el post Sexo medieval, Ser Historia y métodos anticonceptivos (eficaces) en la Edad Media).


Así pues, podemos criticar a nuestras tres adolescentes de 1541 el uso de un lenguaje no muy correcto para la época, pero no la verdad de sus palabras en aquel momento histórico. Y es que la palabra obsceno viene del latín y esta a su vez del griego fuera de escena. Lo que ocurría fuera de escena en el teatro griego eran las partes del relato que podían atentar contra la moral pública, pero no por ello dejaban de existir o no eran ciertas. Como con nuestras tres adolescentes, lo obsceno también es real.

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3 comentarios en «Obscenidades y realidades medievales»

  1. ¡Magnífico! ¡Que alivio! ¡No soy el único que la ví de la misma manera que la vio Ana. Tengo recogidas tres escenas muy parecidas, absolutamente obcenas, recitadas o canturreadas por corros de muchachitas, por las calles, a plena luz del día, y con lo que parece plena inocencia. En dos días las busco y las envío.

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