Sexo en la Edad Media agradecido… y blasfemo
A eso de la 1 de la mañana del 17 de junio de 2013 alcancé mi objetivo: 1000 personas han entrado más de una vez en www.sexomedieval.com. Creo que no está nada mal para un blog que arrancó hace apenas 5 meses y 20 días: 5837 visitantes y más de 8670 páginas leídas. Y es que esas 1000 visitas son importantes; son 1000 personas que han entrado más de una vez no por una curiosidad efímera sino porque les ha gustado este blog dedicado al sexo en la Edad Media desde el punto de vista científico. A esas mil personas, mil gracias.
Mucha gente me ha animado y ayudado con el blog. Fer tuvo la idea, me convenció y animó para llevarla a cabo e hizo que no me desesperara o abandonara (sí, tenías razón). Oscar lo diseñó. Y muchos de vosotros lo compartisteis en Twitter y en Facebook, especialmente los chicos de Harca. Los de SerHistoria no sólo lo mencionaron en la entrevista, sino que también lo colgaron en su blog. Otros habéis comentado los posts ayudándome a enriquecer su contenido. Y algunos me habéis mandado noticias, webs, imágenes, dudas y sugerencias, que se han convertido en un sustento importante (y exitoso) de las entradas de este blog. Mención especial para la gente de Santiago de Chile, que gracias a sus visitas han situado su ciudad en la cuarta urbe que más me visita y a su país en el segundo puesto; nunca pensé que cruzaría el charco de ese modo. Finalmente agradecer a todos los que habéis comprado mi libro ya que ese dinero lo invierto en pagar las fotocopias de los diversos archivos que visito. And last but not least, a los que entráis cada semana.
Tengo mucho por lo que agradecer. Vosotros sois este blog y a mí escribir en él me ayuda con mi investigación de sexualidad en la Edad Media, con mi Tesis, de diferentes formas: revisar con nuevos ojos la bibliografía, recordar temas que hace tiempo no toco, reflexionar sobre diferentes problemas, volver a poner en valor nuevos temas e, incluso, descubrir otros nuevos. Esto no tiene precio. Entonces ¿cómo daros las gracias?
No lo sé la verdad. Tal vez con algo especial, algo llamativo, de esas cosas del sexo en la Edad Media que te dejan sin respiración. La verdad es que durante estos años de Tesis he visto cosas que nunca pensé que vería: recetas para abortar de lo más sencillas; hechizos de magia proporcionados por un italiano para meterte en la cama de cualquier mujer aun con su marido al lado; curas solicitadores antes del siglo XVI; historias de seducción y de acoso sexual heterosexual y homosexual; el sacerdote que tuvo que escribir al vaticano porque le habían cortado los genitales los familiares de su amante; monasterios femeninos clausurados por graves faltas contra la moral sexual; una mujer fustigada por quedarse embarazada del marido de su hermana; las lesbianas más antiguas de la Historia en Castilla, condenadas a morir desmembradas; sexo en la viña, en el monte, en el corral o en el desván; un hombre acusado falsamente de colocar a una burra en un agujero para así poder mejor fornicar con ella; hombres y mujeres desesperados buscando abortivos; unas adolescentes cantando una canción obscena; jóvenes que preferían estar un dia con una prostituta y al día siguiente con otra que estar casados; violadores que después de perpetrar el acto acompañaban a su víctima a casa mientras la pedían una «segunda cita» como si tal cosa; historias de alcahuetería a la altura de Trotaconventos; divorcios porque la relación era insostenible; perdón de cuernos a mujeres adúlteras; violadores en serie; el hombre que fue a casa de unos musulmanes a convertirlos y acabó en la cama con una integrante de la familia; gente preguntando en pleno acto al otro si estaba llegando al orgasmo o no; abusos sexuales a criados; un hombre que vivía con su mujer, sus hijas y su amante; prostitutas contratadas para saber si un hombre era o no impotente… Todas estas cosas me han sorprendido, pero sólo una de ellas tiene el honor de ser la que más me ha impresionado.
Un día de 1553 dos mujeres denunciaron a una vecina suya ante la Inquisición. El hecho que llevó a la acusada ante el tribunal no era un caso llamativo para nosotros. Ni brujería, ni herejía. Lo que llevó a esa mujer ante la Inquisición fueron unas palabras blasfemas que pronunció a la ligera ante sus vecinas, como le ocurrió a otras muchas personas en ese mismo demarcación inquisitorial. El tono sexual de la blasfemia tampoco era nada excepcional, no era la primera vez que oía hablar de la sexualidad de la corte celestial (los santos, la Virgen, María Magdalena…) pero supera todo lo habido y por haber: «alabado sea el miembro viril de dios».
Alabado sea el miembro viril de dios es una frase que, por sí sola, me hace temblar de la impresión pero también me recuerda la caída de unos cuantos mitos sobre la sexualidad en la Edad Media. En verdad la sociedad medieval era una sociedad sacralizada pero no tanto, la mayor parte de las personas no eran fervientes creyentes ni seguían con firmeza los mandados de la Iglesia. La blasfema fue condenada por la Inquisición pero no se jugó su vida ni fue castigada públicamente: pago de una misa que ha de escuchar arrodillada, rezo de 5 avemarias, una amonestación y multa de un ducado. A nuestros ojos parece un castigo liviano a una blasfemia no ya tan grande, sino impensable. Pero sólo a nuestros ojos, herederos de una época de represión sexual que empezó en el siglo XVIII y de la cual aún no hemos acabado de salir. La frase se dice ante unas vecinas, lo cual nos habla de una cierta libertad y despreocupación sobre los temas de conversación; es decir, en la Edad Media la gente hablaba de sexo. Y el implicar a los santos evoca el conocimiento de que todo el mundo tiene vida sexual, pues en el Medievo la privacidad era un lujo al alcance de muy pocos: siempre que una pareja tenía sexo había alguien mirando, el sexo no podía ser ocultado completamente. Ni tan sometidos a los dictados de la moral sexual ni tan reprimidos. Pero tampoco amantes del sexo sin fronteras que es otro mito de la sexualidad medieval. Ni peores ni mejores que nosotros, sólo diferentes, aunque también sexuales.
Muchas gracias a todos!
© Sexomedieval 2013